¿QUÉ QUEREMOS CONSERVAR?


Hace poco recibimos la visita de los veterinarios de la Consejería. Como ya sabréis, queremos tener ganado en nuestro proyecto. Principalmente ovejas, que serán parte del sustento de nuestra economía campesina, aunque queremos incluir otras especies de animales como burros, gallinas e incluso, tal vez, alguna vaca. Vinieron a inspeccionar si las instalaciones de la explotación estaban listas para alojar al rebaño y poder, así, concedernos el C.E.A. (Código de Explotación Agraria). Les enseñamos las cuadras en las que íbamos a alojar a las ovejas, con un espacio reservado para el ordeño y la futura estancia para el tanque de la leche que tendría que alicatar para el mantenimiento higiénico.

La funcionaria de la Consejería que tanto nos ha ayudado ya nos informó, cuando fuimos a subsanar la memoria descriptiva para la primera instalación, que las condiciones para explotaciones lácteas son más exigentes. Nada más lejos de la realidad. Y, para variar, no podían faltar los ¿Sabéis dónde os estáis metiendo? ¿Habéis hecho cuentas? Pensáoslo bien de siempre.

A veces da la sensación de que no queremos que el mundo rural siga vivo. Con todo lo que eso supone, claro. Desde lo más básico, la alimentación, hasta la conservación de la naturaleza; incluyendo aquí cualquier aspecto vinculado a lo rural: tradiciones, arraigo, saberes, nostalgia, añoranza, infancia, familia...

O al menos, así lo sentimos.

A veces da la sensación de que queremos que este enclave rural esté supeditado a la lógica urbana y sea mero suministrador de bienes y servicios. Pero obviando que existe una comunidad que sustenta todo eso que llamamos medio natural. Olvidando que ese Paraíso natural no es posible sin un paraíso rural. Como diría Jaime Izquierdo, de la misma manera que no podemos pensar jardines sin jardineros, no podemos imaginar campo sin campesinos. Y nosotros somos neopaisanos.

O al menos, así lo sentimos.

A veces da la sensación de que volver a lo rural es retroceder. Quién sabe, quizás retroceder no sea un error; sobre todo cuando crees que no vas por el camino adecuado. No todas queremos el mismo estilo de vida que nos brinda la gran ciudad, ni tenemos los mismos objetivos, ni buscamos la felicidad en los mismos lugares. No todas somos iguales. Nosotras somos así y esta es nuestra decisión: la revuelta al campo.

O al menos, así lo sentimos.

Pues no, quizás no sepamos dónde nos estamos metiendo; pero sabemos de dónde estamos saliendo. Pues no, no sabemos si las cuentas nos saldrán; pero, sinceramente, tampoco queremos ser ricos sino felices. Y no, quizás no nos lo hayamos pensado bien; pero sí que nos lo hemos pensado mucho y este es el estilo de vida que queremos: vivir en el campo y vivir del campo.

La pregunta es sencilla: ¿Qué queremos conservar?

Comentarios